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El pueblo ladakhí es un pueblo increíblemente amistoso ya amante de la paz. La mayoría son de ascendencia tibetana y a pesar de que muchos de ellos han nacido al sur de los Himalayas se consideran como tal. Su cultura es prácticamente igual a la de sus hermanos al norte de las montañas. Tienen el mismo credo, las misma cultura y la misma gastronomía. 

 

El budismo es su religión principal pero en toda la región de Ladakh conviven en paz Budistas, Musulmanes e Hinduistas, de modo que la diversidad de culturas y credos que unos puede encontrar el Ladakh es muy variada.

 

Son gente abierta que a pesar de tener un gran vínculo con sus tradiciones y su cultura, luchan por modernizarse y avanzar en un terreno tan aislado y hostil que hace que sea enormemente complicado el desarrollo de buenas infraestructuras.  

 

Las condiciones de vida en Ladakh no son fáciles, especialmente durante el largo invierno que dura unos 8 meses ya que la falta de recursos en esa época provoca constantes cortes de luz y de agua. A pesar de ello son un pueblo orgulloso de su identidad y que esperan con ansia el día en el que el Tibet vuelva a ser libre y muchos de los refugiados de la India puedan regresar algún día a su hogar. 

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